LOS NOMBRES DE DOMINIO Y LAS MARCAS

La doctrina en este campo tampoco es pacífica. Parte de la opinión jurídica considera que la función principal de un nombre de dominio no es distinguir a una empresa, un producto o un servicio, por lo que el nombre de dominio sólo puede equipararse a una dirección electrónica. Los nombres de dominio identifican equipos conectados a una red informática sin necesidad de que estos ofrezcan productos o servicios en sus páginas Web.

Otro sector doctrinal considera que los nombres de dominio sí tienen una capacidad distintiva tanto dentro como fuera de la red, como demuestra, por ejemplo, su inserción en medios publicitarios tradicionales (prensa, televisión, etc.). Esta teoría equipara el nombre de dominio a un signo distintivo en el ámbito de Internet, con una naturaleza jurídica propia, distinta a la de las marcas.

Objetivamente, podemos afirmar que aunque los nombres de dominio no fueron creados con el propósito de distinguir productos y servicios en Internet, sí es cierto que gran parte de los dominios registrados se utilizan con ese fin.

El principio que rige la obtención de un nombre de dominio es el de "el primero que llega, el primero en ser servido" (first come, first served), es decir, en la mayoría de casos no es necesario cumplir requisito alguno para obtener un nombre, lo que ha supuesto la aparición de numerosos conflictos entre titulares de marcas y titulares de nombres de dominio. En algunos casos el registro de marcas notorias por parte de particulares es premeditado al objeto de vender el nombre de dominio por una cantidad determinada al titular de la marca. Es el fenómeno conocido como Cyber-ocupación (Cybersquatting).